“Permitir que el jefe de una mujer tome las decisiones sobre su acceso al control de la natalidad debería ser inconcebible para todos los estadounidenses en esta época. Pero lo que está en juego en este caso es si las creencias personales de un director ejecutivo pueden triunfar sobre el derecho de una mujer a acceder a métodos anticonceptivos gratuitos en virtud de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio.
“Al sopesar este caso, mi esperanza es que el tribunal se dé cuenta de que las mujeres que trabajan para empresas privadas deben tener el mismo acceso a la atención médica, independientemente de quién firme su cheque de pago. No podemos permitir que los precedentes legales dicten que las creencias personales de quienes están en posiciones de poder pueden impedir que quienes no lo están tomen sus propias decisiones sobre el cuidado de la salud. Esa es una pendiente resbaladiza que podría llevar a que los jefes dicten todo, desde la capacidad de un empleado para acceder al tratamiento del VIH hasta su capacidad para vacunar a sus hijos. Continuaré trabajando para dejar en claro qué decisión trascendental e impactante será esta en los días y meses venideros”.